Ejercicio fortalece el sistema inmune: Salvador Velarde

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La cuarentena impuesta por la pandemia propicia situaciones de soledad y aislamiento que pueden afectar la práctica de hábitos saludables, como el ejercicio, y ocasionar descompensaciones de salud en las personas, especialmente en aquellas que padecen enfermedades crónicas. 

Estos efectos han sido descritos en diversas investigaciones y artículos de reciente publicación. Reforzando lo anterior, en entrevista para EL DEBATE, el investigador Jesús Salvador Velarde Félix recomendó mantenerse activo durante la pandemia, ya que es muy benéfico para tener un sistema inmune en óptimas condiciones.

Pandemia e inactividad física

En el artículo «Recomendaciones prácticas para evitar el desacondicionamiento físico durante el confinamiento por pandemia asociada a COVID-19», para la revista Universidad y Salud, Andry Yasmid Mera Mamián y colaboradores afirman que, lamentablemente, las indicaciones de permanecer en casa incrementan de manera importante el tiempo que se permanece sentado o recostado, ya sea por realizar actividades académicas, teletrabajo u ocio, aumentando en general el sedentarismo y produciendo un severo desacondicionamiento físico, disminución de la masa muscular, aminoramiento de la fuerza y de la flexibilidad, y favoreciendo la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles, mismas que actualmente son blanco para padecer de manera grave la infección causada por SARS-CoV-2. 

Beneficios del ejercicio

El doctor Salvador Velarde, quien realiza investigaciones sobre la inmunidad y la COVID-19, durante una entrevista para este medio comentó que siempre es recomendable hacer ejercicio, ya que la actividad cardiovascular aumenta la oxigenación del organismo, la actividad antioxidante y tiene un gran poder antiinflamatorio, lo que beneficia en caso de adquirir COVID-19, ya que no tener actividad física favorece el desarrollo de diversas patologías. 

Las principales comorbilidades que se relacionan con la COVID-19 son la obesidad, enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes y el cáncer, de acuerdo con el artículo de Richardson y colaboradores «Presentando características, comorbilidades y resultados entre 5700 pacientes hospitalizados con COVID-19 en la ciudad de Nueva York», de la revista JAMA, de manera que tener una vida activa acarrea beneficios de salud que impactarán directamente en la salud de las personas con enfermedades crónicas.

Efectos en la inmunidad

Similar a lo explicado por Velarde en su artículo, Jorge Jaime Márquez Arabia explica que, de acuerdo con investigaciones, se sabe que el ejercicio puede conservar en buenos niveles la función cardiorrespiratoria y muscular, y realizarlo regularmente de forma moderada y vigorosa tiene un efecto positivo en la inmunidad innata (con la que se nace) y en la adquirida (la que se adquiere conforme se crece y se enfrenta a patógenos), disminuye la disfunción inmune y la inflamación crónica de bajo grado relacionada con el envejecimiento.

Esto impacta en los hábitos saludables y diversas enfermedades. En caso del aislamiento actual general que se vive durante la pandemia contrarresta los efectos negativos del confinamiento, disminuyendo el estrés.

El autor sugiere incluso que la actividad física ayudaría a tener un buen estado de salud que aceleraría la recuperación en caso de adquirir COVID-19, permite enfrentar mejor las infecciones virales y además optimizaría la respuesta inmune frente a la vacunación.

Ayuda contra enfermedades crónicas

Márquez Arabia explica en su revisión que estudios recientes indican que las más afectadas por COVID-19 son las personas mayores de 60 años, quienes no están exentas de beneficiarse con la realización de ejercicios prescritos y guiados por profesionales de la salud y de la educación física, para tener efectos positivos en el sistema inmune, la inflamación crónica, y controlando el síndrome de fragilidad, que es una baja resistencia ante el estrés que es adquirida conforme avanza la edad, además disminuirán la probabilidad de adquirir cáncer de mama y de próstata, las fracturas, las caídas recurrentes; y mejora el desempeño al realizar actividades en la vida diaria, diminuye el deterioro cognitivo, la demencia, el alzhéimer, la depresión y en general contribuye a tener una mejor salud y calidad de vida. 

Mantener hábitos saludables

Por todo lo anterior, se sabe que los hábitos saludables, que incluyan dormir bien, comer saludable y hacer ejercicio regularmente, ayudan a disminuir los casos de COVID-19 que requieren hospitalización y cuidados intensivos, a la vez que se evita saturar los sistemas de salud.

 

Velarde comentó que, como actualmente los gimnasios y espacios similares están cerrados para evitar conglomeración, es recomendable salir a caminar, siempre y cuando sean evitadas las multitudes, se use correctamente el cubrebocas y se mantenga la sana distancia. También puede ser realizada alguna actividad de movimiento y ejercicio dentro de casa por alrededor de cuarenta minutos al menos tres veces por semana. 

3.2 millones de muertes en el mundo ocasionadas por enfermedades asociadas a la baja o nula actividad física, siendo la cuarta causa de fallecimientos a nivel mundial (OMS, 2020).

Alimentación

Aunado a la baja actividad física, el confinamiento parece favorecer el incremento de malos hábitos alimenticios, como consumir calorías en exceso al aumentar el consumo de harinas, lo que puede favorecer el incremento rápido y no deseado del peso corporal, que en consecuencia propicie la aparición de complicaciones de salud relacionadas con el estado nutricional (Mera-Mamián y col., 2020). 

Baja actividad

Los bajos niveles de actividad física y el comportamiento sedentario pueden afectar negativamente en la salud, en el bienestar y en la calidad de vida de las personas (OMS). 

Con información de DEBATE

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